lunes, septiembre 05, 2011

 

La fórmula ELO

Formula ELO

Está fórmula desarrollada por el profesor Arpad Emrick Elo para asignar la posición entre jugadores de ajedrez, fue usada por Mark Zuckerberg para un sitio web que antecedió a Facebook.

En la película "Redes Sociales" el compañero de cuarto de Mark en la universidad, y posterior socio, Eduardo Severin, le muestra una formula que dibuja en la ventana del cuarto universitario. Ésta fórmula resulta ser la base para el sitio Facemash, que permitía comparar dos rostros de chicas de la universidad de Hardvard, y poder marcar cuál era más atractiva y cuál no o si empataban. De este modo se iba haciendo para cada una de las chicas en la base de datos un ranking de popularidad.




















El modo de asignar este ranking se basa en el algoritmo desarrollado por Elo para rankear a los jugadores de ajedrez considerando su nivel, esto es muy importante, pues no se puede comparar a quien tiene un nivel muy alto contra alguien que posee un bajo puntaje. en ese sentido, si así fuese, la fórmula pondera en función de la diferencia, asignando menos puntaje al que tenía más si es que gana, o un mayor puntaje al que derrotó a uno de alto nivel.

La fórmula es la siguiente:











En donde Ea es el ranking esperado para el jugador "a" y Eb es el ranking esperado para el jugador "b". El Ranking esperado surge a partir de los puntajes previos de los jugadores. Los cuales están expresados en Ra y Rb para cada jugador respectivamente. A partir de ahí la fórmula es fácil. Teniendo los puntajes del ranking de ambos jugadores, se puede extraer el ranking esperado.

Sin embargo esto sólo permite obetener el valor del ranking esperado, posteriormente debe ser procesado junto con los resultados en una segunda formula que es continuación de la anterior. La fórmula para generar el nuevo puntaje es:

Rn = Ro + C * (S - Se)

El nuevo ranking está expresado con Rn. Ro es el ranking anterior (que se usó con Ra y Rb). C es una constante que varía de acuerdo al tipo de cálculo, para esto efectos la dejaremos en 30. El símbolo S especifica el resultado del encuentro, es decir, si gana, pierde o empata, el valor para esto es 1,0 para ganar, 0,5 para empate y 0,0 para la derrota. Y finalmente Se es el ranking esperado, que es el valor que obtuvimos en la formula primera.

Veamos cómo funciona. Supongamos que tenemos 2 competidores (A y B) con puntajes de 300 y 400 respectivamente. Antes de enfrentarse calculamos las posibilidades para cada uno.

El estimado para el jugador A (Ea) se calculará así:

Ea = 1/10^(400-300)/400 = 0,360

El estimado para el jugador B (Eb) será :

Eb = 1/10^(300-400)/400 = 0,640

Entonces tenemos que el factor esperado de acuerdo a su puntaje previo para cada uno es

Jugador A = 0,360
Jugador B = 0,640

Veamos entonces la segunda parte de la formula, que se realiza una vez que los jugadores se han enfrentado.

Para obtener el Ranking nuevo (Rn) calculamos de la siguiente manera, suponiendo que A perdió y B ganó.

Rna = 300 + 30 * ( 0,0 - 0,360 ) = 289
Rnb = 400 + 30 * ( 1,0 - 0,640 ) = 411

A bajó su puntaje y B subió 11 puntos.

Sin embargo, si A hubiese llegado al torneo con 100 puntos y además hubiese ganado el resultado sería entonces :

Rna = 125
Rnb = 375

Con una diferencia de 25 puntos en vez de 11. Lo que pondera la diferencia de puntos al iniciarse el juego y el resultado de éste. En cambio si A hubiese perdido el resultado hubiese sido:

Rna = 95
Rnb = 405

Como ven una diferencia de 5 puntos, lo que hace justicia a la diferencia original de ambos jugadores.




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lunes, abril 11, 2011

 

Los 4 pasos para tener un sitio web en internet

Por José Ortega M.

El desarrollo de Internet estos últimos años ha convertido a la red en una las herramientas más importantes de uso, comunicación e intercambio a nivel planetario. Haciéndose cada vez más útil y necesario en la vida cotidiana, con un mayor acceso a dispositivos con conectividad permanente, como celulares, netbook, gps y otros, Internet forma parte inexorable del quehacer diario de cada vez más personas.

Los usos y provechos comerciales que trae aparejado el desarrollo de la red obliga a quienes buscan expandir algún tipo de negocio, contenido o idea a estar presentes mediante una página web. En este contexto, Internet provee de una serie de ofertas gratuitas para poder hacerse de un blog o sitio en la red. Sin embargo, a la hora de calificar en términos de calidad, tener un sitio propio es lejos la mejor opción para conseguir posicionar cualquier cosa que busque público o clientes potenciales.

El objeto de este artículo es dar a aquellas personas, que por primera vez se plantean la necesidad de tener su propia web, los pasos o tips necesarios para llevar a buen puerto esta empresa de tener presencia en Internet. Ciertamente hay una serie de pasos adicionales que deben darse, pero acá sólo señalaremos aquellos que son técnicamente fundamentales.

1. El Dominio

nic.clLo primero que debemos hacer es conseguir un nombre de dominio para nuestro sitio, esto es el nombre que tendrá nuestro sitio en internet. Ej. www.misitio.com . A través de este nombre nos encontrarán en la red y será para todos los efectos nuestra marca y presencia en internet. Para conseguir un nombre de dominio debemos comprar uno (hay algunos que son gratis pero no los recomiendo si el objetivo es tener un negocio o institución en la red), en Chile el lugar para hacerlo es www.nic.cl . La tramitación no dura más de unos minutos y es todo a través de web. El costo de este trámite es de $18.900 pesos chilenos. En este lugar usted comprará un nombre con extensión para Chile, la cual es .cl quedando el nombre de dominio como www.misitio.cl. El pago le permite usar este nombre por 2 años y luego renovarlo anualmente por el mismo monto.

2. El Hosting

Una vez comprado el nombre de dominio es necesario arrendar un espacio en internet que albergue su sitio web. Estos son los Hosting, empresas que disponen de computadores conectados permanentemente a internet y que le facilitan un epacio en ellos para tener su sitio accesible en la red. Los costos de este trámite varían dependiendo de las características del servicio, pudiendo ir de valores anuales de $10.000 a $30.000 o $50.000 pesos chilenos. El promedio para asegurarse de un buen servicio es de $30.000, más barato se expone a tener un mal servicio y más caro a tener un servicio sobredimensionado a sus necesidades, a menos que quiera instalar un portal al estilo de una multitienda o similar, en ese caso deberá considerar pagar más por un servicio más potente. El trámite se realiza todo a través de internet, quedando abierta la posibilidad de pagar vía web o mediante un cupón de pago en servipag u otro medio, como un depósito. Realizado este paso el servicio de hosting le enviará a su correo una ficha con datos para configurar el sitio y su instalación.

3. El diseño de su web

Este paso es muy importante, pues alguien capacitado debe hacer el sitio que usted tendrá en la red. Ciertamente uno mismo puede, luego de investigar, hacerse su propio sitio, pero en ese caso el riesgo de tener un sitio de mala calidad se puede convertir en un arma de doble filo, perjudicando así su negocio o mensaje. En ese sentido es recomendable contratar los servicios de un desarrollador web. El desarrollador web es una persona o empresa que hace sitios web, los instala y los mantiene funcionando. Cuando es una empresa habitualmente intervienen varias personas en la creación del sitio, un diseñador, un programador, un especialista en posicionamiento, etc. Los valores acá son muy relativos, habiendo en el mercado quienes por $10.000 hacen una página hasta aquellos que cobran sobre los 3 o 5 millones de pesos. Es recomendable buscar un punto intermedio, que garantice calidad, soporte, acompañamiento y buen servicio.

4. Subir el sitio y el alta en internet

Una vez comprado el nombre de dominio, contratado el hosting y desarrollada la página web se procede a subir el sitio a la web, realizando una serie de procesos adicionales como es el alta en buscadores (esto es inscribir el sitio en buscadores como google, yahoo y otros). Con estos cuatro pasos usted ya dispone de un sitio web y por lo tanto se puede decir que ‘existe’ en internet. Los pasos siguientes son dar a conocer el sitio, recibir visitas y sacarle partido a esta otra vitrina, que es la red.


tomado de http://cdcweb.wordpress.com/2011/04/07/los-4-pasos-para-tener-un-sitio-web-en-internet/


miércoles, octubre 21, 2009

 

Palabra y voluntad, una interpelación a nuestros candidatos presidenciales

Intentar hacer una mirada que vaya más allá de lo obvio en estas elecciones es casi como tratar de leer un palimpsesto. Escudriñar tras el texto para ver el otro texto oculto que pasa desapercibido en la primera ojeada, y poder dar cuenta del movimiento invisible de ese otro discurso que, lenta pero cada vez más urgente, comienza a instalarse en la agenda grande de nuestro país.

Tres de los 4 candidatos presidenciales han afirmado que Chile necesita de una nueva Constitución política. Énfasis más énfasis menos, tenemos que al menos el 66% de respaldo a las candidaturas de Eduardo Frei, Jorge Arrate y Marco Enríquez-Ominami en las encuestas expresan una coincidencia en torno a esta propuesta. Este fenómeno es nuevo en Chile, nunca antes todas las expresiones no derechistas habían coincidido en la urgencia que tiene nuestro país en disponer de una Constitución democrática que supere la herencia nefasta de la dictadura de Pinochet.

Chile es un país atrapado en una camisa de fuerza institucional, en donde un marco jurídico legal ha impuesto un sistema de exclusión político y social sin precedentes en nuestra historia. El sistema electoral binominal, el Tribunal Constitucional y los quórum calificados que requiere el parlamento para modificar la actual Constitución son los responsables del actual deterioro de la política, de la perdida de credibilidad en las instituciones del Estado y de la exclusión y autoexclusión de cerca de 4 millones de chilenos y chilenas que, elección tras elección, se restan de participar porque el sistema no dispone de la condición mínima para poder realizar cambios significativos en el país, esto es que la mayorías se expresen y decidan los destinos de Chile. El efecto es que el parlamento y al mismo tiempo el gobierno son incapaces de ejercer poder, poder democrático y de mayorías.

Dejando de lado las veleidades de estas elecciones, el debate frívolo de las futuras primeras damas y el festival de encuestas que los medios de comunicación utilizan para tratar de determinar nuestras opciones de voto, y estirando la mirada para ver ese otro relato, agudizando el oído para escuchar ese otro discurso, es que quiero plantear una interrogante a quienes han levantado la necesidad de una nueva Constitución y al mismo tiempo aportar a esta iniciativa desde una reflexión que muchos hemos venido haciendo y que en poco lugares he visto expresarse.

Si la actual Constitución del 80 tiene mecanismos que hacen inviable una reforma sin tener que consensuar con la derecha, ¿cómo pretenden los candidatos presidenciales que abogan por una nueva Constitución realizar tal iniciativa? Y lo pregunto sin ánimo de ironizar, sino buscando explicitar muy seriamente el cómo se hace una cosa así.


Ciertamente las respuestas irán en torno a convocar una Asamblea Constituyente o generar algún mecanismo de acuerdo entre el gobierno y el parlamento. Sin embargo una cosa es desear que algo así ocurra y otra es que eso sea viable, es decir, que la respuesta sea verosímil al menos para la realidad de Chile. Y esto lo digo porque no basta con llegar a la Moneda y decir que se convoca a una Asamblea Constituyente, y tampoco basta con anunciar el deseo de una reforma radical a la Constitución sobre la base de un acuerdo que está a priori binominalizado, y en donde la derecha conserva el derecho a veto por la sobrerrepresentación que obtiene del binominal.

Claro es también que el actual pacto contra la exclusión entre el Juntos Podemos Más y la Concertación no va a ser capaz, por exitoso que pueda llegar ser, de alcanzar el quórum necesario para los cambios de carácter constitucional. Esto producto del mismo efecto binominal, el crecimiento de la votación de derecha en las municipales, y agudizado además por el boicot tácito que las listas de Navarro y el PH promueven al levantar candidatos en los distritos que buscaban este propósito.

Entonces nos encontramos frente a una propuesta o promesa que tiene un escasa viabilidad de ser cumplida, al menos en términos de las expectativas que ellas mismas provocan, pues para reeditar un cambio como el que hiciera Lagos en su gobierno presentándolo como una nueva Constitución ciertamente ya no estamos disponibles.

Si miramos cada una de las candidaturas y vemos sus fortalezas y debilidades, la posibilidad real de avanzar en superar la Constitución del 80 se ve lejana, muy lejana. Por un lado tenemos a Jorge Arrate, que si bien ha instalado la necesidad de una Asamblea Constituyente y además a promovido la idea de una cuarta urna que consulte sobre esta materia, su candidatura no basta para realizar tal transformación, pues por un lado no es la más competitiva, aunque su respaldo ha ido en aumento producto de la consistencia y porte del candidato, la matriz de apoyo no es suficiente para ejecutar tal iniciativa, por más que sea el candidato más decidido a realizarla. El mérito de la candidatura de Arrate ha sido instalar el problema de la Constitución como un asunto serio de urgencia nacional.

El caso de Marco Enríquez-Ominami es diferente, si bien su performance le ha puesto como un candidato con opciones a pasar a segunda vuelta, más allá de las suspicacias que despiertan las encuestas y patrocinios de los medios de comunicación del establishment, su debilidad radica en el soporte político de su candidatura. Marco no es viable, es una candidatura sin contenido, sujeta por una variopinta gama de individualidades, desde izquierda a derecha, sin partidos sólidos ni bases programáticas creíbles, Marco descansa exclusivamente en su performance personal, el apoyo de los mass media y la crítica aguda a la Concertación y al candidato Eduardo Frei. MEO no basta para convocar a los chilenos a realizar tal transformación, aunque salga electo presidente.

Y finalmente tenemos a Frei, quien producto de la falta de carisma, las deudas que dejó su gobierno en la memoria de Chile y el desgaste de la Concertación, a raíz de los casos de corrupción, de la falta de proyecto y la falta de renovación de sus liderazgos, ha visto amenazada su reelección y por ello la continuidad de la Concertación como coalición gobernante. Sin embargo su candidatura tiene un plus, tiene tras de sí una fuerza orgánica y de entramado social que, desgastada y todo, es capaz de darle soporte a un gobierno, al menos en términos de gestión y eficacia, tal como lo ha hecho Bachelet, no en vano han sido 20 años gobierno y pueden seguir siéndolo, más allá de sólo limitarse a administrar el modelo y sostener un acento social que la derecha sería incapaz de darle al país.

Puestas las cosas así, ¿es viable un cambio de Constitución en el futuro cercano en nuestro país? Yo diría que resulta muy difícil, pero ciertamente no imposible. Cada uno de los tres candidatos no se basta a sí mismo para tamaña tarea, Arrate no tiene actualmente el respaldo social necesario para dicho proceso, MEO no tiene respaldo orgánico ni político necesario para darle viabilidad ni conducción a tal transformación y Frei cuenta con una Concertación desgastada y cuestionada en su credibilidad para liderar el cambio de Constitución. Esto es así ahora, enfrentados los tres en una disputa electoral que se ha banalizado y frivolizado, con excepciones como los gestos de Arrate a no farandulizar su campaña, el escenario electoral en Chile a desplazado los temas importantes y la posibilidad de un entendimiento mayor en virtud de satisfacer los ratings y las encuestas, sumándose a espectáculo cotidiano que la televisión y la prensa escrita nos tiene acostumbrados.

La única posibilidad real de generar las condiciones que puedan llevar al Chile del bicentenario a tener una nueva Constitución democrática es convocar desde ya a un amplio pacto social por la democracia, esto es, asumir que sólo mediante la convergencia de los tres proyectos que hoy postulan al gobierno es posible generar la sinergia necesaria para acometer tal histórica tarea. Quien sea capaz de poner tras de sí, superando las diferencias acumuladas hasta ahora, a todas las fuerzas democráticas en torno a un acuerdo de cambio constitucional, ya sea como Asamblea Constituyente u otro mecanismo que salvaguarde la proporcionalidad y representatividad de los chilenos y chilenas, será capaz de darle a Chile la Constitución democrática que necesita y se merece.

Frei no puede hacerlo con esta Concertación, debe reconocer que gran parte de la fuerza de MEO radica en el deseo de muchos chilenos y chilenas de superar a la Concertación o al menos renovarla de forma radical. Marco Enríquez-Ominami no puede hacerlo con una candidatura que sólo gira y se sostiene en torno a su figura, si más base que un grupo de voluntades diversas y hasta contradictorias entre sí. Jorge Arrate no pude hacerlo soportado por una izquierda limitada en su historia y derrotas.

Es conocida la frase que dice que cada pueblo tiene el gobierno que se merece, podríamos entonces preguntarnos; ¿tendrá Chile el gobierno o el gobernante que se merece? Pero creo que el actual escenario y la necesidad imperiosa de superar el lastre que Pinochet nos dejó en la Constitución del 80 no obliga a realizar otra pregunta, esta vez a los candidatos; ¿tendrán nuestros aspirantes a gobernarnos la convicción, temple y coraje necesario para hacer lo que deben?

José Ortega Miranda

Santiago, 21 de octubre de 2009


miércoles, julio 15, 2009

 

A propósito de la candidatura de Arrate

Extraños tiempos se viven hoy en Chile, sobre todo en el pequeño mundo de la izquierda. Se respira en el ambiente una incertidumbre y una euforia que ha sido principalmente provocada por los medios de comunicación. Hemos estado sujetos a evaluar la viabilidad de cada apuesta por medio de lo que nos dicen las encuestas y qué tanta tribuna alcanza a tener tal o cual candidato. Esto ha cruzado transversalmente a la gente de izquierda, quienes nunca antes se vieron afectados por los puntos o décimas que alcanzaban sus opciones a priori de una votación.

Ciertamente el mapa ha cambiado, el éxodo de militantes socialistas ha producido en el casi sempiterno mundo de la izquierda extraparlamentaria una vorágine de opciones, apoyos, referencialidades, entusiasmos y sospechas que han redibujado la correlación de fuerzas históricas de este sector. La hegemonía del PC y la gravitación del Juntos Podemos Más ha sido puesta en tensión.

El primero fue Alejandro Navarro, quien beneficiado por su condición de Senador, provocó la primera salida de socialistas de la Concertación, aunque su impacto cuantitativo no fue relevante, en términos mediáticos logró cautivar las miradas de muchos que no se sentían representados por el Juntos Podemos y buscaban algún nuevo liderazgo que les permitiera articular una nueva opción de izquierda. Sin embargo, al poco andar, las intervenciones del Senador dejaron más bien en claro que no tenía interés en sumarse a otros proyectos y que él se bastaba a sí mismo con su gente para llevar a cabo su candidatura. Esto provocó que aquellos que no comulgaban con el PC –principalmente ex comunistas- vieran en Navarro la solución definitiva para una nueva mayoría de izquierda no comunista.

Luego, casi en paralelo, surgieron las discrepancias de Arrate y de Marco Enriquez-Ominami al interior de la tienda socialista y la Concertación, lo que amplió las expectativas de varios sectores en términos de nuevos o alternativos liderazgos para una izquierda más bien agotada en cuanto a nombres para conducirla.

Arrate, hombre ya avezado y experimentado en la política, de la vieja escuela, buscó recuperar las bases de la histórica alianza entre comunistas y socialistas. Su punto de desembarco fue el Juntos Podemos y la posibilidad de ser su abanderado presidencial. Su llegada a estas tierras sí logró producir mella en las filas socialistas, un importante número de militantes PS se volcaron tras Arrate dejando atrás años de militancia en la Concertación y el partido, los así llamados Socialistas Allendistas.

En tanto Marco Enriquez-Ominami se abrió paso en una dimensión distante a los límites de esta izquierda, fue capaz de hacer converger tras él el descontento acumulado del mundo concertacionista frente a lo han sido 4 gobiernos del conglomerado. Un merito que fue posibilitado por la tribuna mediática que se le dispuso desde quienes buscaban mellar las aspiraciones de un quinto gobierno de la Concertación, pero también, y hay que reconocerlo, potenciado por el carisma y juventud que le es propio, no en vano corre sangre de lider en sus venas.

Ciertamente Marco no ha puesto su pie en las tierras de la izquierda tradicional, y ciertamente no lo necesita, ha logrado desde el espacio que se abrió para sí, la atención y respaldo de una variopinta gama de adherentes, que ha conseguido moverse en las encuestas entre el 14% y 20%. Insisto, un mérito que no se logra sólo con el blindaje comunicacional.

Desde esta perspectiva, con tres candidatos inclinados hacia la izquierda y el progresismo de la Concertación, provenientes de sus filas, más específicamente del mismo partido todos, se ha abierto una nueva dimensión de posibilidades y alianzas del sector.

La expectación causada por estas candidaturas y por ello mismo los respaldos que concitan, han estado permeados por un factor nuevo en esta comunidad. Los resultados arrojados por distintas encuestas, los dispares números que asignan a cada candidatura a generado en nuestra gente el asomo de un extraño pragmatismo, que a la hora de explicitar uno u otro apoyo, se remiten a los resultados de las encuestas para validar o menospreciar una u otra candidatura. Es extraño, porque rara vez eso importó a esta izquierda, nunca fue determinante si la candidatura estaba acompañada de buenas cifras en las encuestas, con Hirsch fue así, al menos hasta el debate en televisión, posteriormente hubo un delirio comunicacional que hablaba de encuestas en que Tomás llegaba a los 2 dígitos. Nunca nadie vio esas encuestas, pero lograron desencadenar una euforia y sensación de triunfo, no para ganar, pero sí para dar una señal potente que la izquierda era una fuerza emergente y gravitante, como no lo había sido antes. Expectativas que se desplomaron con el magro 5% que le dio el electorado, derrota de expectativas acentuada por una mala política comunicacional de parte del candidato, al amenazar con votar nulo en segunda vuelta. Todos conocemos la historia de ese episodio.

Pero parece que el bichito de ser opción ganadora quedó ahí, guardado, escondido, esperando una señal que lo despertara y le devolviera el entusiasmo que prematuramente había muerto con la candidatura de Hirsch.

Ahora bien, siempre es bueno ganar, y para esta izquierda que ha acumulado tantas derrotas, que le ha costado tanto darle el palo al gato, vislumbrar una opción ganadora es algo que no deja de ser importante, incluso hasta determinante.

Pero es bueno recordar que esta izquierda, pese a sus derrotas nunca perdió de vista que había algo que la cohesionaba, algo que, pese a no ser opción de poder, la seguía movilizando, la seguía levantando después de cada caída, reanudando periódicamente nuevas alianzas, ampliándose a nuevos sectores y sensibilidades. Recordemos que así nació el Juntos Podemos, que fue el resultado de un largo proceso de aprendizaje, de encuentros y desencuentros, aprendiéndonos a escuchar, a entender la diferencia, a desarrollar la tolerancia y el respeto a las convicciones que no emanaban del tronco histórico del movimiento revolucionario, pero que se sumaban a conceptos convergentes como el antineoliberalismo. Ese factor que nos movilizó en períodos de oscuridad fue siempre nuestro compromiso con la necesidad del cambio social, con la impostergable lucha por construir una sociedad basada en lo comunitario y lo social, en los trabajadores y en la gente, en la justicia y la igualdad. Esos principios, fundamentales para nuestra identidad, nunca fueron puestos a evaluar por el people meter ni validados por una medición cuantitativa de cierto momento y segmento de la sociedad, sociedad que sabemos, está siempre permeada por el discurso dominante.

En este sentido es bueno entonces recordar que la apuesta que hemos hecho no descansa en un nombre, en un liderazgo exclusivo, sino que debemos traer a la mano, que la matriz de nuestra opción está registrada en un programa y en un proyecto que trasciende una candidatura y una elección. La candidatura de Arrate es la candidatura de esta opción por la construcción de una sociedad mejor, por un proyecto de país basado en criterios políticos, económicos, sociales y culturales. Desde luego que quien encarna este proyecto debe ser depositario de ese legado histórico, y hoy, en este escenario, esta izquierda determinó que ese rol lo jugara Jorge Arrate.

No pretendo decir que Marco Enriquez-Ominami ni Alejandro Navarro no sean de izquieda ni merezcan ser también depositarios de este proyecto, pero las cirscuntancias, procesos y particularidades de este conjunto de voluntades no ha logrado que todo se aúne en una sola candidatura, y eso no es malo, todo lo contrario, es bueno que así sea, pues es precisamente la diversidad lo que hace potente la posibilidad de una sociedad justa y libre.

No me asusta que Arrate, Marco y Navarro lleguen a diciembre como candidatos presidenciales, no me asusta que Arrate saque menos votación, no es lo esencial, es bueno que saque muchos votos, pero no es lo esencial. Lo esencial es que el proyecto que levantamos sea difundido, conocido y compartido por muchos otros, que los votos que Marco y Alejandro saquen sean potencialmente votos por una opción de cambio.

No desesperemos porque haya 3 o más compañeros en campaña, pues la sinergia que eso produzca puede ser un factor que abra para el futuro un nuevo diálogo en la izquierda, que extienda sus fronteras, que apueste por una convergencia más amplia y de nuevo tipo, encabezada por el mejor, pero para eso no podemos empezar 1 año antes de la elección a construirlo, debemos empezar ahora, pensando en lo que viene después de diciembre, el camino que deberemos hacer para que la diversidad encuentre su cause y converja en una misma fuente.

Arrate debe continuar su candidatura, pese a dificultades, pese a las cifras, porque no es una apuesta personal, es un proyecto y un programa que representa a cientos de hombres y mujeres en todo Chile, un proyecto de país que no es evaluable por las encuestas, no lo fue nunca para Allende, quien persistió pese a los resultados, no lo será para nosotros, que somos depositarios de su ejemplo y tenacidad.


José Ortega Miranda

martes, noviembre 20, 2007

 

Intervención Acto Inaugural Primer Congreso de Derechos Humanos, Región de Magallanes

(Texto del discurso que presenté durante el Primer Congreso de Derechos Humanos, en la Jornada Inaugural el día viernes 9 de noviembre, en la Sede Magallanes de la Universidad Arcis)

Queridos compañeros y compañeras, amigos y amigas

Me ha correspondido entregar un saludo a nombre de las organizaciones nacionales de Derechos Humanos, a este primer Congreso Nacional de Derechos Humanos de la Región de Magallanes, precisamente acá, en la capital de la región más austral de Chile, donde lo más lejano se nos hace más cercano.

Aquí he encontrado el calor de una comunidad que conserva sus vínculos, sus afectos y sus tradiciones, contrastado con un clima, a veces hostil para el afuerino, pero que a la larga uno entiende que el frío, la lluvia y el viento hacen que el calor de los hogares sea más humano, más acogedor y más cercano.

Es esa dimensión de lo humano lo que buscamos encontrar en este congreso, dar cuenta de esa condición esencial, propia y cercana que es el ser humano, su rostro, su existencia y su naturaleza. Es a él, o a ella, a quien debemos indagar para que la verdad propia de su ser emerja como certeza, y podamos reconocer en cada uno de nosotros, en cada uno de nuestros hermanos, aquello que nos une, nos iguala, nos hace pertenecernos, aun en la diferencia, aun en la diversidad, encontrar ese vínculo invisible pero fundamental, que es el derecho a ser, el derecho a ser reconocido como humano y aceptar en ese reconocimiento los derechos inalienables que como ser humano tiene, tenemos y tendremos.

Pues, si bien es cierto que los derechos humanos surgen como una convención, como un acuerdo, no podemos negar que dan cuenta de una humanidad que se ha reconocido a sí misma como fundamento de la existencia, como origen y causa de ella misma. Y en ese reconocerse ha declarado lo que le es propio, lo que le es inherente a sí misma, es que el ser humano, por el sólo hecho de ser humano tiene consagrado para sí derechos fundamentales, que garantizan en toda época y lugar su condición de humano.

Y es que la humanidad ha dado un paso gigantesco, cuando hace 59 años declarara los 30 derechos fundamentales del ser humano, y estos, al irse ampliando, ha venido haciéndose más carne, del papel han pasado a ser parte de nuestra piel, de nuestra identidad y sobre todo de nuestro compromiso. Pues los derechos humanos no serían lo que son sin que el compromiso nuestro para con ellos y por lo tanto para con nuestros hermanos, no lo hiciesen parte de nosotros mismos.

Las violaciones a los derechos humanos acaecidas bajo la dictadura nos obligó a que el compromiso con los derechos humanos se transformaran en el clamor de justicia, de juicio y castigo a los culpables, se convirtió en compromiso para con nuestros caídos y desaparecidos, hasta encontrarlos a todos, hasta hacer justicia y honrar así su sacrificio y legado. Sin embargo, en el caminar, nos fuimos dando cuenta que otros derechos humanos se seguían violando, ya no eran los agentes del estado, ya no eran las ejecuciones ni torturas, eran otras formas en que los derechos de las personas pasaban a ser vulnerados, así fuimos comprendiendo que la lucha por los derechos humanos era una lucha por la gente, por nuestro pueblo, por las personas, que a diario ven afectados, de una u otra forma sus derechos, ya sea por el modelo económico, por un estado gibarizado, por un sistema cultural e histórico de abuso y maltrato, que se manifestaba en el trabajo, en la escuela, en la casa, en el medio ambiente, inclusive entre las mismas personas.

La desigual distribución del ingreso, la exclusión, la discriminación, la violencia, la falta de respeto a la dignidad de las personas, la pobreza y la marginalidad nos recuerdan día a día que los derechos humanos tienen que ver con la vida misma, con la cotidianeidad, con el derecho a vivir en paz, en armonía, a vivir bien y en condiciones dignas.

Es por eso que la lucha por salario digno, por el fin a la discriminación de la mujer, que la lucha del pueblo mapuche por su tierra y su cultura, que la lucha por una educación digna y gratuita, por un acceso a la salud de calidad para todos y todas, por viviendas adecuadas y dignas para los chilenos, que la lucha por vivir en un medio ambiente no contaminado, por la conservación de nuestros recursos naturales, etc. Eran también luchas por los derechos humanos. Así es como hoy, hemos asumido que este congreso debe abarcar la dimensión amplia y compleja de lo que significan los derechos humanos, descentrándolos del ámbito de las violaciones a los DD.HH en dictadura y convirtiéndolos en un compromiso por la vida en su más amplio sentido.

Amigos y amigas, para finalizar, quiero invitarlos a participar activamente de este encuentro, a reafirmar el compromiso con la vida, la justicia y la libertad. Tengo la certeza que lo que conversemos, discutamos y resolvamos en estos días nos fortalecerá en nuestras convicciones y nos dotará de nuevas herramientas para lograr hacer de Chile y del Mundo, que es nuestro hogar, un lugar mejor, un lugar sin discriminación ni opresión de ningún tipo, porque nos asiste la plena convicción de que otro Mundo es posible y que otro Chile es posible.

José Ortega Miranda.Secretario Nacional de Organización IC

viernes, noviembre 16, 2007

 

El paso que falta: refundar el Juntos Podemos

Es difícil poder hacer un análisis o juicio de lo que ha ocurrido en el Juntos Podemos Más sin manifiestamente tomar partido por uno u otro lado, o por una u otra estrategia. Ciertamente dos formas de interpretar la política, se han visto enfrentadas y como interpretaciones que son, surgen desde las concepciones, posiciones e incluso hasta de las pasiones, con lo cual se hace difícil zanjar quién está en lo correcto o quién en el error. Y es que nuestra izquierda, propensa a debatir sobre la base de verdades adquiridas y herramientas de análisis infalibles, tiende a mostrar a la diferencia desde el ámbito del error, la enajenación, la mala intención o simplemente la estupidez.

Creo que el camino que tomamos después del 11 de diciembre fue acertado, no pretendo convencer a los que optaron por el voto nulo de que se equivocaron. Es más, no creo que se hayan equivocado, fueron asertivos en el camino que eligieron, y de ahí han sacado sus victorias y han hecho una ruta de la cual sacará cada uno sus propias lecciones y conclusiones. El camino nuestro ha tenido, desde lo que nos propusimos originalmente, avances significativos, y eso me hace pensar y sentir que fuimos asertivos también a la hora de tomar una decisión política, compleja y difícil como fue condicionar el voto sobre la base de poner en la agenda la superación de la exclusión y otras demandas sentidas y urgentes. En nuestro diagnóstico, pese que aún no se han resuelto, hemos logrado avanzar más allá de lo que esperábamos.

Dos caminos tomados, dos verdades declaradas, dos modos de acertar y construir se han dado. Lamentablemente, estos caminos no han vuelto a cruzarse, y el costo de eso ha significado perder importantes oportunidades de levantar la plataforma del Juntos Podemos frente a la dispersión de la Concertación y la derecha en este período. La baja en las encuestas nos evidencia un retroceso de estas dos coaliciones que conjuntamente han gobernado. En ese estado de cosas, inédito en la historia reciente, las fuerza populares se han estancado en una disputa retórica, en donde lo que ha primado es demostrar a la otra parte que fueron inconsecuentes y ganar para sí el titulo de la coherencia y la decisión acertada.

Y en este terreno de disputa ciertamente no ha habido avances. Pese a coincidir plenamente en el programa de gobierno, pese a ser ambos oposición, pese a compartir el mismo diagnóstico de las demandas populares, estas dos izquierdas no han logrado ponerse a la altura de las circunstancias. En ese sentido, como Izquierda Cristiana también debemos asumir la cuota de responsabilidad que nos cabe.

La Cumbre de los Pueblos permitió suspender por un momento estas diferencias y congregó a todos los actores políticos a preparar un encuentro con los líderes de los procesos de avance social y político de corte antineoliberal en el continente. Estar ante la presencia de Chávez, Morales y Ortega, no sólo se constituye en una señal clara de que otro mundo y otro Chile son posibles, sino además nos deben instar a reevaluar el modo en que hemos venido haciendo izquierda en nuestro país. Los procesos del Sandinismo y de los movimientos sociales de Bolivia, el avance del Poder Popular en Venezuela dan cuenta de un estado de avance de la cohesión de las fuerzas liberadoras que a nosotros nos debe necesariamente interpelar.

El Juntos Podemos es cada día más necesario y urgente, el abismo artificial que separa ambas estrategias debe ser superado, la base de organizaciones que constituyeron la alianza debe abrirse a nuevos actores. Debemos aprender a trabajar juntos en la diferencia, a aceptar que no hay un solo camino y que el Juntos Podemos es lo mejor que hemos logrado hacer en muchas décadas como para sacrificarlo por defender una posición que bajo ninguna lógica es contradictoria con la otra. Sólo ha resultado ser diferente.

Esta urgencia y necesidad no puede tampoco ser resuelta por mero acuerdo de cese de hostilidades. No podemos esperar que un avenimiento por secretaría levante la opción del Juntos Podemos como alternativa de gobierno y transformación de nuestra sociedad. Se hace también urgente, en virtud del origen del conflicto y de la necesidad de ampliar la base de participación, el refundar Juntos Podemos, desde y con la gente. Los partidos políticos deben permitir que sea la amplia base de organizaciones y Podemos de base quienes depuren y oxigenen a este pacto social y político. Las organizaciones sociales deben sentir que el protagonismo recae sobre ellos, pues en ellas es posible que la diversidad y la aceptación de la diferencia se conviertan en el soporte fundamental de una alianza de izquierda.

Hago entonces un llamado al Partido Humanista, con quienes hemos compartido desde mucho antes del Juntos Podemos a dar testimonio de la vocación por el respeto a la diferencia, por la paz y el reencuentro entre hombre y mujeres, a hacer los gestos necesarios para convocar a un evento refundante. Llamo al Partido Comunista, con quienes hemos compartido un camino de coincidencias y aprendido mutuamente a relacionarnos sin sobrepasarnos y respetando los ritmos y procesos de cada uno, a profundizar el trabajo unitario en virtud de la superación del conflicto. Llamo también a mi partido, la Izquierda Cristiana, a ponerse a disposición de este proceso, a ayudar al reencuentro y al diálogo, en todos los niveles, desde la base, hasta las direcciones nacionales. Esta es una tarea de todos, sin exclusión ni querellas.

Pero, como antes dije, este proceso no será real ni fecundo si no es integrado y fortalecido por los movimientos sociales, por los organismos autónomos y de base, como las Urracas de Emmaus, la Escuela de Los de Abajo, el Comité por la Defensa y la Recuperación del Cobre, el Movimiento Solidaridad, las organizaciones de trabajadores, de vecinos, de profesores, de mujeres y de jóvenes, a liderar y encabezar este proceso. La refundación del Juntos Podemos debe convertirse en un hito político, de superación de las diferencias, que proporcione una señal clara y contundente: que la izquierda es capaz de gobernar, es capaz de sobreponerse a sus diferencias, sin anularlas, sino todo lo contrario, integrándolas, ampliando la estrategia y levantando los liderazgos sociales y políticos que reencanten la esperanza por un mundo mejor, más justo y más solidario.
El paso siguiente es volver a encontrarnos, volver a creernos, volver a fundarnos, y poner los intereses superiores de Chile, su pueblo y su gente ante la historia. De este paso seremos todos responsables.

José Ortega Miranda
Miembro de la Comisión Política de la Izquierda Cristiana

martes, agosto 01, 2006

 

La exclusión político-social y la legitimidad de la institucionalidad

La necesidad de abordar con urgencia y seriedad el asunto de la exclusión política y social, la cual se expresa legalmente a través del sistema binominal, la ley de partidos políticos y el sistema de inscripción electoral, se convierte en un imperativo para todas las fuerzas democráticas del país. La creciente pérdida de credibilidad en el sistema, en sus gobernantes y representantes, la desconfianza hacia la labor pública y la política, la falta de esperanza de un mejoramiento en la calidad de vida, salud, educación, previsión, oportunidades y trabajo digno y seguro, se convierten paulatinamente en combustible para nuevas movilizaciones y estallidos sociales.

El fenómeno del movimiento secundario mostró que existe un latente descontento en amplios sectores de la población, la sensación de malestar sobre un sistema educacional que no brinda oportunidades, no fue sólo la lectura de los estudiantes sino de una sociedad entera que estuvo tras ellos durante todo el conflicto. Los profesores, los apoderados, las familias y el mundo social y político reconocieron la justicia y validez de las demandas de los secundarios. Este malestar no es un fenómeno aislado ni descontextualizado de la situación política, la falta de credibilidad en los mecanismos que el sistema legal y de representación que tiene Chile ha venido acentuando cada vez más el distanciamiento entre el mundo social y sus “representantes” en el parlamento. Los síntomas se notan en esos cerca de 4 millones de personas que no participan de los procesos electorales, ya sea no inscribiéndose, absteniéndose de votar y votando nulo o blanco. De los más de 11 millones de ciudadanos con edad para votar, menos del 60% lo hace optando por alguna preferencia. Y evidenciar que de los no inscritos en los registros electorales, más de 2 millones son jóvenes menores de 25 años.

Por otro lado a población está empezando a tomar con la debida seriedad el tema de la situación previsional, en tanto cada vez son más los sectores interesados en avanzar hacia una reforma que más rectificar, transforme un sistema que hace rato tiene atisbos de fraude. El mismo acceso deficiente a la salud, los escándalos de las viviendas sociales a los que hemos asistido en el último tiempo, la indefensión frente a los abusos de las autoridades y de los empresarios, con leyes hechas a la medida, etc. Así podríamos seguir enumerando situaciones que ya no sólo se expresan como falencias, sino como una política sistemática de abandono social y precarización de la calidad de vida de los sectores más sensibles e incluso de los sectores medios, los cuales también están acusando recibo de este malestar.

En mi opinión, el origen de esta crisis de credibilidad descansa sobre la precaria institucionalidad democrática, la cual posee un desmejorado sistema de representación y, peor aún, un nulo sistema de participación ciudadana. Esto lo caracterizo como una crisis en el ámbito estructural del sistema, que en conjunto con los modos de hacer política a los que se ha acostumbrado el gobierno, nos suman un factor de corte más ideológico, el cual caracterizo como una crisis en la superestructura, es decir en la gestión y los modos de entender la democracia y los de resolución de conflictos. Tenemos un sistema legal que estimula la exclusión y tenemos una administración que se ha identificado con un modelo político y económico que lo ha despojado de estrategias viables de solución de los problemas sociales y, peor aún, de proyecto de sociedad.

El aspecto de la crisis estructural descansa principalmente sobre los mecanismos de exclusión que posee el sistema electoral binominal, el cual padece de una serie de nefastas descompensaciones que van desde la distribución de los distritos, número de representantes, restricciones para ser candidato, hasta el modo en que se reparten los votos por cada lista, mecanismo que produce la tendencia a excluir una tercera alternativa en forma sistemática. Otro elemento no menor, y que suele ser menos discutido, es la ley de partidos políticos, la cual impone una serie de trabas para poder formar expresiones legales de sensibilidades de la ciudadanía, lo cual interviene directamente en los mecanismo de participación política que posee nuestra democracia. La ley de partidos políticos es una ley de carácter orgánico constitucional que regula la vida de los partidos desde su formación hasta el modo en que practica su democracia interna. Esta ley también contribuye a acentuar la exclusión política, pues es absolutamente consustancial a la ley electoral, las cuales forman un sistema coherente que busca desincentivar la participación y profundizan la falta de credibilidad en los aparatos de representación ciudadana.

La actual ley de partidos políticos acota la función de éstos a la mera presentación de candidatos a elecciones populares, y a tareas que giran en torno este propósito. Exige para la creación de un partido elevadas cifras de militantes (afiliados), las cuales deben ser declaradas notarialmente y en forma particular, lo cual no sólo hace que el sistema sea engorroso sino que además de un elevado costo. Inscribir un partido en la Región Metropolitana sola cuesta aproximadamente 20 millones de pesos en lo que a firmas se refiere, sin contar con los gastos de gestión y difusión. Los votos que los partidos necesitan obtener para seguir siendo legales (5% de la votación), su organización interna y los mecanismos que la ley impone para la generación de sus autoridades y decisiones son entre otros las trabas y obstáculos que hacen de la formación y continuidad de los partidos políticos una verdadera odisea para diversos sectores de la población que no se sienten representados por los actuales conglomerados.

Creo que hoy resulta necesario introducir dentro de la lucha contra la exclusión a la ley de partidos políticos. Las organizaciones democráticas del país deben unirse en torno a levantar esta triada que es; el fin de la ley binominal, la reforma de la ley de partidos políticos e instaurar la inscripción automática con voto voluntario, para poder avanzar hacia una democracia más participativa y representativa, que rompa con el poder de facto que la actual legislación le asigna a ciertos sectores de la sociedad que ven aumentada artificial y mañosamente su representatividad y por ende su influencia en el sistema.

Necesitamos una reforma que diferencie entre militantes y adherentes a la hora de inscribir un partido, que incorpore la posibilidad de la federación de partidos, que baje o elimine sus elevados costos de legalización y reduzca los mínimos de votos que un partido necesita para seguir vigente. Un reforma que profundice la democracia interna, los modos en que se eligen los candidatos para participar en las elecciones, que le asigne al militante un rol más activo y relevante en la toma de decisiones. En fin de cuentas requerimos de una ley que facilite la participación ciudadana

Hoy Chile y su democracia están a prueba, pues ya está visto que la gente está cansada de seguir soportando la permanente marginación de la toma de decisiones, la exclusión de los espacios de poder y de ver siempre a los mismos, ya sean de gobierno o derecha rotando en cruzadas acusaciones de quien tiene la culpa que los chilenos y chilenas lo estemos pasando mal. Ya no hay excusas para no crear un amplio consenso ciudadano que avance a crear las condiciones necesarias para generar los cambios que la democracia requiere.

La iniciativa del Parlamento Político Social al que nos ha convocado la CUT se convierte en una interesante instancia para involucrar a más actores en estos temas y otros que son sensibles a la gente. El diálogo entre las fuerzas que poseen representación parlamentaria y partidos políticos de la oposición de izquierda como lo son la Izquierda Cristiana y el Partido Comunista, junto a diversas organizaciones sociales y políticas del más amplio espectro, nos puede ayudar a que esta reivindicación ciudadana encuentre cauces reales de solución, pero todo esto dependerá tanto de la voluntad de los actores con poder de incidir en el parlamento y gobierno, como en la movilización social que muestre que hay un Chile activo y deseoso de participar y ser escuchado.

Una institucionalidad se legitima al reconocer los mismos derechos a todos sus ciudadanos, a reconocer su igual derecho a participar, representar y ser representado.El derecho a reconocer la existencia de la diversidad, a que esta tenga expresión política si así lo quiere y a que pueda aspirar a representar a los ciudadanos en el parlamento y ser alternativa de gobierno es la base para toda democracia que se digne de tal.

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